qué triste es desear un sueño,
y pobre del hombre que lo alimenta
con semillas de estiércol
cuando nunca consigue lo que desea.
qué desdichado es aquel que piensa,
y llega de entre noches de tristeza
queriéndose alimentar de sentimientos,
encontrándose solo viejos recuerdos de tiempos felices en la alacena.
pobre de mí, que busco oportunidad en tus ojos
y consuelo en una promesa olvidada,
cuando el frio me congela el alma
y un ser querido se ha ido airoso;
pobre de mí, que me autocompadesco
en las sombras de lo que un día fué
mientras trago mis lágrimas, y sigo el rumbo
para llegar donde no se me piense jamás,
y sentarme en mi arbol de la noche triste
a ver mis viejos recuerdos bailar
al zón de un tango conosido y triste,
y ver a mis muertos llorar... volar.
(caminando)Plata.
miércoles, febrero 09, 2005
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