martes, junio 10, 2008

El Gato y la Estrella

érase una vez, en una calle poco transitada, que una noche un hombre paseaba, con los sueños puestos en el recuerdo de su amada; y su andar ligero, paso a paso, uno a la vez.
venía tarareando una melodía este hombre, de figura pálida y delgada, mientras su sombra bailaba al compás de los faroles que iva dejando atrás.

la canción que tarareaba era suave y provocativa, del tipo de melodías que nos invitan a entrar en una nueva y hermosa vida.

y así sin darse cuenta, nuestro errante amigo llegó hasta una casa, con enredaderas en las paredes y un pequeño zaguán adornado con girasoles, bugambilias y girnaldas.
se detubo un instante, no tan asombrado por las plantas, como con la silueta danzante que sigilosa lo observaba.
poco a poco y con recelo esas lineas dibujaban entre sombra y sombra una cola que no parecía asustada. por el contrario, sus ojos que un momento pareciesen sin un cuerpo, dejaron entre ver una peculiar mirada, que sintió tan conocida aquel hombre sin rumbo fijo y no pudo soportar la curiosidad que le azoraba.

era un gato, en efecto, como el hombre sospechaba, cuyas patas sigilosas ni el más mínimo murmullo probocaban.
el felino, arto astuto, se sintió muy en confianza, avanzando hacia aquel hombre que poco a poco se agachaba, mientras ambos resentían el candor de sus miradas, "es como verse al espejo" al unísono pensaban.
frente a frente ya ambos, el hombre con una ligera sonrisa esbozada, el gato con confianza ronroneaba.

fué ahí cuando el hombre se dió cuenta del porque de su destino, que trazó iluso el camino hacia el gato libertino, pues al ritmo del silbido y caminata nocturna, sin querer, se había dejado llevar por la melodía en la bruma, que acompañaba tan perfecta, eclipsando ambas en una. y esa voz de tenor ciciliano era ni más ni menos que la de nuestro apuesto gato.

- muy buenas noches tenga, buen señor de lino y seda- dijo cortesmente el gato, mientras el hombre de tajo se llevo una mano al rostro y otra al suelo para evitar el desmayo. se quitó un momento los anteojos y tallose los ojos con poca delicadeza.
- buenas noches tenga usted gato buen mozo, linda noche la que nos permite encontrarnos-
respondió el hombre con trabajos, recordando burdamente los modales que el impacto del susto le había por un momento borrado.

una vez elaborados los protocolos de etiqueta ambos se sentaron a la orilla de la acera. el hombre, aún con miedo, aunque más que asombro era curiosidad; el gato tan tranquilo, sin un ápice de maldad.

-perdonará usted, monseur gato, la tosca reacción de mi persona, mas deba usted comprender felino extraño que no estoy acostumbrado a entender lo que maulla.
-no me ofendo no se apure -contesto el gato- yo tampoco suelo conversar con nadie más, pero en usted he notado un aire bastante familiar, lo que me ha causado el ánimo de charlar.
-perdone usted mis modales no me he presentado, mi nombre es Anselmo, Anselmo Enamorado para servirle a usted. y ¿cuál es su nombre? si puedo saber.
- mi nombre dice usted? mire, pues muchas niñas me llaman minino, las mas grandes me dicen Condenado. la mayoria me dice Shu... pero de todas las formas que me han nombrado son dos las que me han agradado: Clemente me decía mi antigua dueña, viejita cariñosa que murió hace un par de años. y para todas mis gatitas solo soy Tomás. pero puede usted nombrarme de la forma que le plazca.
-oiga Don Tomás, y si no es indiscreción, me he fijado en la melodía que ha venido usted maullando, de forma tal que cual persona himnotizada me ha guiado hasta su morada.
-no mi buen hombre esta no es mi morada, es la de una de mis amadas, a la que le canto mi melodía cada noche de luna llena como hoy. a de saber que de entre todas mis mininas esta es mi favorita. y le canto una canción que es de familia, generación tras generación, a la que será la madre de mis hijos.
- y si tiene tantas gatas buen señor, por qué cantarle esta linda melodía solo a esta?
- mi noble hombre -se dispuso el gato a contestar mientras se limpiaba la cara- de seguro usted ha visto en mis ojos, lo que yo en su mirada. la razón por la que le hablo es porque su alma está enamorada, y es por eso, al igual que yo, que camina silbando esa melodía que endulzaba la memoria de su amada si no me equiboco.
-y no se equiboca buen señor-respondió pronto y asorado por las palabras de un gato tan observador.
- la razón -siguió hablando el gato- es muy simple, esa canción la traemos los que tenemos alma distante, pero no por distraidos, sino por que la hemos regalado a la elejida para tenerla. y sé bien que usted conoce la letra de cortejo que acompaña tal milonga de amor, fe y entrega. solo basta una mirada a su interior mi buen Anselmo, para darse cuenta que su apellido le hace honor. pues bien mi querido Enamorado, esta melodía se la canto a la luna, a mi gata y a las estrellas, para que sepan que pienso en ellas mientras pienso en mi gata amada, pues es tan hermosa como la luna, y mi amor por ella tan infinito como las estrellas.

el hombre lo escuchaba atentamente, recordando a cada instante a su amada y la melodía que el recuerdo acompañaba. para cuando el gato termino de hablar, el hombre aún más curioso y con el rostro de un niño escuchando una historia singular, le pidió un consejo a el gato:

-Don Tomás dígame, qué puedo hacer con esta mujer, que la amo con locura, pero la mayor parte del tiempo no logro entender, y la impotencia de hacer algo por ella me atormenta.

el gato, con temple siempre de galante, suspiró con un poco de desdén, y eligiendo bien sus palabras para no parecer duro y ser de ayuda, se tomo su tiempo, para luego hablar:

-mi buen Anselmo Enamorado, puesto que no me queda la menor duda de tu sinceridad impresa en tu malestar, te daré un gran consejo en tres pequeños, para que atesores y recuerdes en los momentos de mayor insertidumbre. el primero: no tienes que entenderla siempre, solo tienes que apoyarla, aun cuando estés en desacuerdo; el segundo: siempre vela por sus sueños he ilusiones, siempre apoya sus locuras y acciones, y por sobre todas las cosas jamás olvides el tercero: siempre amarla y confiar en ella, confía en que tomará las decisiones correctas para su vida, y amala lo suficiente para aceptar si alguna de estas decisiones la alejan de tu vida, pues amar es dejar ser, amar es querer lo mejor para ella, amar es apoyarla aunque duela.

dicho esto el gato suspiró con alevosía, se paró raudo y veloz y habilmente se subió a una pequeña corniza, retomando su pose galante y airosa, re afinando las cuerdas vocales, volteó ligeramente hacia aquel hombre y le dijo:

-Hasta pronto mi buen Anselmo Enamorado, que hace honor a su apellido y que silba encantado.

el hombre sonrió, alzó el brazo haciendo una seña de agradecimiento y murmuro para sus adentros "adiós y muchas gracias Don Tomás, mi gato sabio" dió media vuelta y se alejó, dejando atrás los cantos dulces de aquel gato que retomó su melodía, mientras el hombre se aprestaba a retomar la memoria de su amada para cantarle su melodía...




y es así como el hombre va en las noches maullando melodías a una Esthrella azul, para que sepa que está pensando en ella; mientras desea que los destellos de su amor lleguen alguna vez a abrazar a un pobre Enamorado, que nunca olvida los consejos de aquel gato.

Plata:.

para Esther, la estrella azul que en mi camino no he dejado de pensar.

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