miércoles, octubre 12, 2011

Vidas Paralelas

06:45 am
Suena el despertador, como puedo lo apago, me volteo hacia el lado derecho de mi cama, tratando de despabilarme. Una luz tenue entra por la ventana iluminando tus cabellos, me deslizo lentamente para abrazarte, tú estás dándome la espalda, aun duermes, te veo ligéramente borrosa, no traigo mis lentes puestos, no los necesito, aun en lo borroso me pareces maravillosa. Paso mi brazo izquierdo por tu cintura al tiempo que acerco mis labios a tu mejilla, sin abrir los ojos esbozas una ligera sonrisa y acercas más tu mejilla hacia mí, tomas mi mano ya en tu vientre y entrelazas tus dedos suaves entre los míos. Nunca abriste los ojos, es muy temprano para tí. Disfruto este instante, mi mano sobre tu estómago un poco abultado, de 4 meses, el aroma de tu cabello, la sensación de tu piel, como cada mañana, con la suave luz iluminando mi mañana; prefiero ver el amanecer en tu rostro que el que se dibuja por la ventana, me parece más sublime.

06:45 am
Suena el despertador, como puedo lo apago, me volteo hacia el lado derecho de mi cama, tratando de despabilarme. Una luz tenue entra por la ventana de lleno hacia mis ojos que, con lagañas de soledad, acompañan mis ojeras por la noche anterior, otra noche en vela, de esas que se antojan con una mujer, pero que se terminan solos. Entreabro mis ojos y veo a mi gato ahí, con un ligero "miau" de buenos días, esperando que lo acaricie un poco, son los mejores "buenos días" que puedo obtener en mi vida solitaria. Me levanto, es hora de bañarme para ir a trabajar.

07:05 am
Salgo de la ducha. me seco rápido y me coloco la playera interior sin mangas que uso en días de calor y los pantalones que usaré el día de hoy, elejí el traje gris plateado. Me apresuro pues es tarde. me dirijo hacia la habitación de mi hijo, tiene 4 años y hoy es su primer día en el Kinder. Puedo ver que está emocionado porque ya está levantado, lo tomo en brazos y le doy un beso en la frente -ándale métete a bañar rápido, y trata de no hacer mucho ruido que tu mamá sigue durmiendo- le digo. Le provoco unas ligeras cosquillas para verlo sonreir, es cosquilludo como su padre, no como su madre que nunca he conseguido hacerle cosquillas. Me voy a la cocina a preparar un poco de cereal para el niño y un emparedado para mí. Jugo de naranja en dos basos, volteo a ver el reloj, hora de despertarla. Me dirijo al cuarto principal, me cruzo con mi hijo recien bañado -ponte la ropa que te dejé en tu cama y ve a desayunar, te dejé tu cereal favorito en la mesa- asiente y se va, es un ángel, como su madre. Entro a la habitación, sigue dormida, me acerco y le beso tiernamente la frente -Amor, ya levántate, tu hijo está desayunando y ya casi nos vamos a su primer día- Ella sonrie al tiempo que entreabre los ojos. Con su mano izquierda acaricia mi rostro. La ayudo a levantarse. Tomo mi saco y mi corbata y me dirijo a la cocina, donde Ella está con nuestro hijo, arreglándole el uniforme y dándole un beso en la frente. Le da a escondidas un chocolate, Ella no sabe que siempre me doy cuenta que lo conciente, esa imagen siempre me da ternura. -¡Ándale campeón despídete de tu mamá y súbete a la camioneta que ya es tarde!- lo apresuro. Le doy un beso a mi esposa al tiempo que me desea un lindo día. Subo a mi camioneta, no es lujosa ni nueva, pero es segura, que es lo que me importa. Llevo a mi chamaco a su escuela, le doy la bendición y lo acompaño hasta la puerta, de las prisas casi se olvida de despedirse el canijo. Me da gusto que esté emocionado, no me hubiera gustado que fuera como yo cuando tenía su edad: retraido y solitario. Me apresuro a la oficina, ya es tarde, lo bueno que todos llegan un poco tarde.

07:05 am
Salgo de la ducha. Me seco rápido y me coloco la playera interior sin mangas que uso en estos días de calor, pantalones y zapatos. Hoy elejí el traje negro, uno de varios del mismo color que tengo. Me peino y rasuro con tranquilidad, aun es temprano para mí. Del otro lado del espejo veo las prisas, pero yo no me preocupo por eso, no tengo tanto que hacer. Me dirijo hacia la cocina, pongo el saco en la silla, le pongo un poco de leche al gato, me sirvo un poco a mí, con algo de cereal, el que me ha gustado desde niño. Termino de desayunar, lavo los trastes, seco mis manos, tomo el saco y salgo de la casa, tomo el periódico del suelo, cierro bien la casa, me subo a mi auto, un deportivo convertible, rojo. Presiono el botón para abrir la cochera, enciendo el auto y emprendo el camino hacia la oficina, de aquí son 20 minutos de camino, llegaré 10 minutos antes que todos, como es costumbre.

07:55 am
Me tocó el tráfico. Si tengo suerte llegaré a la oficina en 15 minutos más. En la radio traigo un poco de Jazz. Me calma, no me gusta escuchar las noticias tan temprano, no después de despedirme de mi esposa y mi hijo; me tengo prohibido arruinar esa algarabía de mi vida con malas noticias. Llego a la oficina al tiempo que la mayoría. Me dirijo a mi oficina. Dejo el saco en el perchero, me coloco la corbata y comienzo a revisar papeles y pendientes. Será un día agetreado y tengo que terminar antes de las 12:30 para pasar por mi hijo, llevarlo a casa de su abuela, ir al Juzgado, pasar a medio día por mi esposa a su trabajo y comer todos juntos, para luego ir a dar clase. Mi día, por ser Lunes, terminará temprano, a las 8 de la noche cuando llegue a casa a cenar con mi Esposa, mi hijo y el vientre de mi esposa. La semana pasada supimos que será otro varón, justo como quería mi esposa. una segunda vendición, un motivo más para trabajar duro y ofrecerles la vida que se merecen.


07:55 am
Entro al trabajo y todo está tranquilo, soy el primero en llegar. me dirijo a mí oficina, la de mejor vista en el edificio. Coloco mi saco en el closet, abro las puertas del balcón, me acerco al minibar y me sirvo un poco de Wisky con hielo. Salgo al balcón para apreciar la ciudad. Tomo un sorbo de mi bebida, sabe a gloria; gloria momentanea para un solitario de 40 años que lo tiene todo, pero no tiene nada. Siempre pensé que yo nací para estar solo, las vidas por las que yo crucé son solo lugares de paso para mí: llego a sus vidas, les ofresco lo que ellos necesitan, y continuo mi camino; las mujeres que se llegaron a enamorar de mí tomaron lo bueno que les ofrecí, y continuaron su camino agradecidas, pero lejanas a mí. Los amigos que tengo han formado ya sus vidas, todos casados y con hijos, los veo en las fiestas y me da gusto verlos así, en cierto modo están viviendo por mí. No los envidio, solo es la melancolía que me azota de mañana. Me dirijo al espejo que tengo en mi oficina, está vacio. El Yo del otro lado aun no llega. Siempre le pasa lo mismo, no lo culpo.

12:00 pm
Es la hora en la que me tomo un breve descanso. Me dirijo al baño, me mojo la cara. En el espejo me veo distinto, desde hace años que me pasa. Volteo y veo a ese Yo cansado, con ojeras, bien vestido pero con un aire de melancolía y soledad. En las mañanas lo veo afeitarse tranquilo, a veces con cruda por la juerga del día anterior, cuando paso por el espejo de la entrada lo veo sin prisas, cuando estoy en la camioneta y volteo al retrovisor lo veo en su carro del año, sin preocupaciones, pero triste. En el baño del trabajo lo miro tomarse su bebida matutina, es un monstruo en la Oficina, todos le temen y le admiran. Yo solo siento dolor cuando lo veo. Al principio, cuando noté que mi reflejo no era el mismo Yo, traté de hablarme, de animarme, pero nunca contesto, el Yo del otro lado del espejo también ha intentado decirme unas cuantas palabras, pero no lo escucho, solo veo mover sus labios. De ves en cuando me sonrie, como si me alentara, como si estuviera orgulloso de mí. Otros días, no muchos, me mira con cierto aire de envidia y recelo, esos días prefiero no cruzarme con nada que produsca un reflejo. No tengo mucho tiempo para esto, pero trato de darle cinco o diez minutos a esta hora, después de todo soy Yo, otro Yo, pero es parte de mí y me gusta pensar que a él le cae bien estos ratos que pasamos.

12:00 pm
Son las doce, a esta hora es cuando pasa. Me dirijo al baño de mi oficina. Ahí estoy, puntual, con cierto brillo de felicidad en los ojos. Ese no soy yo, pero no puedo evitar el verme cada vez que estoy frente a un espejo. Hace años ya que pasó. Así como así, sin mayor explicación, el Yo del otro lado del espejo comenzó a ser distinto. Lo he visto crecer de forma distinta, he visto cada instante de su vida, cuando les presentó su novia a su familia, nuestra familia; cuando se casó; cuando ella le dijo que estaba embarazada; cuando nació su hijo; cuando volvieron a embarazarse hace un par de meses. A ella la recuerdo, no está en mi vida, pero si en la de él. No puedo negar ciertos celos, después de todo Yo... El está viviendo la vida que, por más que demuestre lo contrario, siempre deseé. Me da gusto por él. El otro día conocí a su hijo, un día que le enseñó a razurarse, es un niño inteligente, sacó los ojos de su madre. Hubo un tiempo en el que preferí deshacerme de todos los espejos en mi vida. Era demaciado doloroso. Hoy he aprendido a vivir con ello. Con él. maneja una camioneta familiar, no le va tan bien en los negocios como a mí, pero se esfuerza, y vive bien. Nunca lo he visto triste, ni enojado, puedo decir con certeza que es feliz. Durante un tiempo traté de comunicarme con él, ya no más, era inútil, nunca me pudo escuchar, ni yo a él. Ahora nuestra comunicación se limita a una ligera sonrisa esbozada en nuestros rostros, un ademán de parte mía con mi vaso, como diciendo "salud". Él corresponde siempre los ademanes con simpatía, hay días en los que me siento mal de solo verlo, no por él, por mí, pero ni siquiera esos días lo he visto molestarse conmigo. Es hora de volver a nuestros respectivos trabajos. Hasta que nos volvamos a topar.


La vida transcurre. Detrás del espejo quizá, con un poco de fe, transcurra contigo a mi lado.

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