domingo, noviembre 13, 2011

Tu viaje en mí.

Un conejo de queso se asomó por la ventana de mi alma,
su luz recorrió las cinco puntas de mi estrella
y me dijo -traigo un mensaje de ella,
está impreso en mis destellos, en forma de cruz te clama-
Entonces los cuatro puntos de su destello
fueron mutando en el cielo claro de mi esperanza,
se convirtieron en hélices de un submarino
que descendió en mi mar, buscando el fondo con recelo.
Fue ahí, después de horas en la oscuridad,
que encontró una puerta que parecía abandonada,
llamó entonces tres veces aguardando respuesta,
la puerta se entreabrió, sin necesidad de una llave
y pudo entrar tu destello sin mayor protesta
hasta el último rincón de mi universo;
fue ahí donde mutaste a flor de mi templo,
impregnando tu aroma en mi memoria para luego,
con una sonrisa, un sol, amanecer en mi vida;
espacio y tiempo mutaron en un caracol infinito
que fue arraigándose como raíz de un diente de león
en el rectángulo de mi existencia,
te postraste en mi jardín y con una mirada eterna
me sedujo tu escencia, me invitó a cuidarte;
terminaste por domesticarme,
y perdí mi cordura con toda intención
de regalarte cada día, por el resto de mis días,
un poco de mi locura,
para ver si consigo que me abracen tus destellos,
para dedicar mi vida a provocar tus amaneceres
en las noches de mi ser.

Plata.


Sé que está un poco confuso, y muy mal redactado, pero nació de ver a la luna celosa porque antes la veía y me asombraba, pero ahora la veo y solo pienso en ti, Maleni, mi shunca.

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