La profundidad exacta
que se requiere para perderse en unos ojos,
como perderse en el universo
y a cada instante descubrir mundos nuevos, maravillosos.
El color rojo perfecto
que se necesita para invitarme a nadar en unos labios,
como entrar al profundo océano
y nadar entre corales multicolor, con el toque de un Dios sabio.
La medida precisa
para embonar el amanecer de tu sonrisa en mi paisaje,
y sentir ese cálido resplandor divino
como una mañana de primavera, con el más hermoso forraje.
La textura concisa
de la arena de tu piel que me invita a recostarme en tus playas
y hacer castillos gigantes
para vivir juntos, felices por siempre, dentro de tus murallas.
La caricia correcta
que me cautiva y me invita a soñarme por siempre a tu lado
para cuidarte, para apoyarte,
para ir de la mano por la vida; sabernos queridos, amados.
El milagro irrefutable
de un Dios que puso en tu rostro pecas para cautivarme
y un lunar coqueto, divino,
junto a tu boca, para desearte, para enamorarme.
La palabra impecable
el pensamiento insuperable, el sentimiento admirable
que me enamora cual musa del poeta,
me doblega ante la belleza que radica
en tu pureza y tu nobleza
traducida en tu mirada,
en tu sonrisa, en tu piel, tus manos de princesa...
...no quiero ser príncipe de tu sueños, sino el príncipe de tu realidad.
Plata.
Para M... La perfección para mí, hablando de amor, no radica en la ausencia de errores, sino en el sentir que nace dentro de uno y te impulsa, te provoca querer ser mejor, te genera alegría, te hace disfrutar los instantes, contemplar y apreciar los milagros cotidianos de una forma distinta. La perfección para mí, hablando de amor, es sentirse imperfecto, pero complementado, feliz. Y eso eres para mí, la mujer que es perfecta para complementarme, y para la que yo quiero ser perfecto, la que quiero complementar
domingo, octubre 30, 2011
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