lunes, octubre 17, 2011

Por ti, por mí.

Hay un lugar, dentro de mis ojos,
que para visitarlo tienes que cerrarlos,
justo en la parte interna de mis párpados,
donde te dejé.
Ahí, junto a la playa,
con una luna que ilumina el rastro
de tus dulces pisadas, pequeñas y tiernas
en la arena.

El oceano tranquilo susurra tu nombre
y dibuja trazos de arte fugaz en la arena,
para ti, para mí;

a la distancia diviso tu silueta,
serena y hermosa, cual mariposa
posando su cuerpo, abriendo sus alas
suavemente para mí.

La luna te llena
de luz que, desde aquí, se antoja
pensar que su función en el universo
es únicamente alumbrar
tu belleza, tu rostro sincero,
tu silueta incansable. Eres,
ahí, esperando en la playa,
con la luna en tu rostro
y la arena a tus pies,
el cuadro más cautivador
que cualquier pintor quisiera crear.

Esa misma arena que hace días,
cuando te dejé ahí, acarició tus pisadas,
ese mismo mar, que aquella noche
cuando te abracé,
como se abraza un universo,
cantó melodías de amor
por ti, por mí.

Esta noche, como tantas otras
visito de nuevo este sitio, justo detrás
de mis párpados, aquel sitio
donde te dejé, donde te dije
que estaríamos los dos,
abrazados, amando
sin decir nada,
sin necesidad de más
que mis brazos rodeando tu cuerpo,
tu mejilla en mis labios,
tu aroma en mis pulmones,
tu mano en mi mano.

Esta noche, aquí,
en este nuestro rincón secreto,
vuelvo a jurar amor eterno, en silencio,
con ese mar, esa luna, esas estrellas,
con esa arena en tus pies,
y este hombre a tu merced.

Si el cangrejo puede ser inmortal, no veo por qué mi amor por ti no.


Plata.


Para M... la arquitecta de este rincón detrás de nuestros párpados.

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