Podría jurar que no me amas, pero temo equivocarme;
son detalles, ínfimos gestos, los que te delatan y juegan a enamorarme:
una mirada cálida acariciando mi pupila,
una sórdida mano disimulando no buscar la mía,
una casual necesidad de contarme tu día.
Podría -claro- asegurar que no me amas, tan certero como errante,
y sortear tu ausencia con mil y un frases excusándote,
pero siempre vendrían a mí pequeños ápices de realidad dudosa
volando como frenéticas palomillas hacia el foco de luz
en el oscuro campo de mi soledad:
y es que podría aseverar que no me amas,
pero siempre queda una idea, una noble acción tuya,
un gesto de buena voluntad que pone a mi juicio en duda:
las llamadas, los mensajes tiernos sin costo,
la introducción con tu familia -y con la mía-
las invitaciones a reuniones de carácter parental,
las caricias pasionales y la soberbia entrega carnal
en las noches de tertulias idílicas de sudor y saliva
donde un "te amo" se escapó de entre las sábanas
y por tus labios comenzó a danzar,
los recados en el parabrisas,
la lencería frecuentando nuestros encuentros...
Podría tener la certeza de que no me amas, pero incluso en eso puedo fallar,
porque son detalles, ínfimos gestos que te delatan,
que me cuentan que me viste en tu futuro,
pero no me terminaron de contar...
Plata.
Es claro que me querías en tu vida para siempre, a menos -por supuesto- que sólo lo hayas hecho sin pensar. Incluso -como soy- seguiré pintándome en tu vida, aunque sea en soledad.
sábado, noviembre 17, 2012
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1 comentario:
En soledad?..no lo creo :)
"como diría madero: quiero"
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